lunes, 29 de octubre de 2007

Una Tarde Como Todas


Es una tarde como la de ayer, como puede ser la de mañana. Pero por alguna razón, ésta cae lenta y pesada. Hay algo en el ambiente que provoca que el sol tarde en bajar y que los recuerdos se vuelvan en cámara lenta. Miro a través de la ventana de mi oficina como el frío apresura el paso de la gente. Así pasan cinco, diez, quince minutos con la mirada fija en la nada sin poder concertarme en mi trabajo. De repente escucho como un eco lejano y confuso, una voz que me cuestiona y me pregunta algo que no entiendo de que se trata. Sacudo mi cabeza con un golpe seco y veo la corbata amarilla con vivos rojos que lleva puesta mi jefe. Algo más arriba me encuentro con su ceño levantado y esperando aquello que hace dos días me pidió y aún no lo terminé. Su gesto demuestra una interminable paciencia frente a mis vuelos mentales. A veces creo que me lee el pensamiento o simplemente me ha tomado mucho afecto. Una taza colmada de café negro y amargo, puede sacarme de mi autismo…pienso. Entonces camino hacia la máquina, deposito unas monedas y el intenso calor del café derramado sobre mi mano, me avisa que debo poner una taza. Vuelvo a mi escritorio caminando despacio y sin sacar la vista de la cuchara con la cual voy dibujando círculos sin sentido en mi café. Linda blusa, me dice mi compañera al pasar por su lado. Que blusa? Como olvidarlo… ésta fue la blusa que él me manchó con crema aquella vez que fuimos a cenar… Que rápido encontré la respuesta. Era él y la canción que escuché ésta mañana, lo que no me dejó en paz todo el día. Ayer sin ir más lejos, la tarde pasó mucho más rápida y recuerdo contarle a mi amiga por teléfono, la manera en que lo había sacado de mi vida y de mis pensamientos. Es una tarde como la de ayer, solo que hoy se sentó a mi lado la presencia que dejó tu ausencia.