lunes, 29 de octubre de 2007

Un Día Agitado

Después de una día agitado, uno de esos días donde te levantas cansado y en tu vestidor y no encontrás nada que te guste.
Y salís a la calle con los minutos contados y te miras en el reflejo de una vidriera y volvés a maldecir la ropa que elegiste y esos kilos de mas que se ven ahora con el comienzo la primavera.
Esos días donde reparas el paso del tiempo cuando en vez de mirar a un joven que va a la escuela, desviás la mirada hacia el padre.
Uno de esos días en que llegas al trabajo y querés asesinar a tu compañero que te da los buenos días con una sonrisa.
Y tu jefe te recuerda los trabajos que hiciste mal.
Y la hora para volver a casa no llega más.
Y nunca falta un llamado del banco que te avisa que tu cuenta está en rojo.
Y lees en las noticias que tu equipo de fútbol hace meses no gana.
Y a mitad del día te llama tu madre para que no olvides el cumpleaños de una tía que no soportas.
Y organizas una salida de amigos y te das cuenta que la única persona que está disponible todos los días y a cualquier hora, sos vos, porque los demás ya tienen su familia y sus hijos y el colegio de sus hijos.
Entonces recordas tus fracasos y te preguntás que hiciste mal.
Fue un día agitado para mí.
Vuelvo a casa ya cuando el sol no se ve y me choco con la mirada del hombre que hoy me quita el sueño.
Y recuerdo, otra vez, que hace un tiempo me di otra oportunidad de cambiarlo todo.
Y lo escucho reír mientras me cuenta algo.
Y besa mi cuello mientras le preparo la cena.
Y lo miro sin escucharlo y pienso que si esta vez no resulta, ya no quiero mas nada.
Él está exento de cada cosa que pasa por mi cabeza.
Por suerte ya esta lista la comida, le preparé unas pastas exquisitas.
No sentamos a la mesa y el sonriendo me dice "Odio las pastas".
Con mi mejor cara me levanto a buscar algún imán de algun delivery en la heladera.
Llega la comida, bajo a buscarla y al chico de la moto no le avisaron que pago con 100, subo a buscar cambio y no tengo cambio. Así que bajé otra vez a decirle que se vaya.
Seguro tengo milanesas en el freezer, pienso. Pero no, obvio, no podía correr con esa suerte hoy.
Mejor me voy a dormir temprano, así termino con ese maldito día.
Cuando termino de acomodar la cabeza en la almohada, recuerdo que dejé a mi novio en el comedor mirando la final del Milan-Barcelona, sin comer, claro.

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