miércoles, 17 de octubre de 2007

Esta Noche Volviste



Es tarde ya, el sol ya bajo y comencé a preparar tu plato preferido por si se te ocurre venir.
Puse jazmines en el cuarto y compre tu vino favorito.
Tome un largo baño de espuma y rocié con poco perfume mi piel.
Me deje el pelo suelto y algo alborotado como a vos te gusta, y me vestí con esa falda que me regalaste la Navidad pasada.
Deje la música suave de fondo. Y algunas velas desparramadas por ahí.
Se acerca la hora y puedo escuchar tu auto estacionando delante de mi casa.
Te veo caminar despacio hasta la puerta y voy a recibirte.
Me das un beso, una sonrisa y te sentas a cenar en mi mesa.
Me relatas como fue tu día, me decís que estoy bonita y me besas la mano que deje caída sobre la mesa.
Y yo no dejo de admirarte, te veo cerca de mí y no me explico como paso todo.
Me pedís que me siente a tu lado y comenzamos a hablar y a reírnos de todo. Siento tu aroma otra vez y tu voz suena como un eco en una noche desierta y solitaria. Bebemos de la misma copa y sigo sin entender como podemos ser tan felices.
Que eterna seria mi soledad sin tus ojos verdes.
Empiezo a contarte como fue todo el tiempo que pasamos separados, cuando creíamos que ya no había remedio que cure nuestro amor.
La tristeza se nota en tu mirada, cuando te cuento las veces que te nombraba para no sentirte tan lejos.
Las madrugadas interminables que pasaba en nuestra cama recordando tu figura iluminada por la luna.
Fue larga tu ausencia y no hubo un solo día de sol desde que te fuiste. Pero hoy estas acá y el dolor se olvida... seco mis lagrimas para seguir hablando de otra cosa y levanto mi vista para volver a mirarte...
La silla donde estabas hasta cuando empece a hablar, esta vacía... La botella de vino esta llena y tu plato esta intacto. No están las colillas de tus cigarros en el cenicero y tu auto desapareció. Y vuelvo a maldecirme...
No puede ser tan intenso el amor que tengo, como para vivir una historia de amor con tu silencio.
No puedo estar tan loca como para hablar con tu fantasma. Lloro sin entenderlo y grito tu nombre con rencor.
Al menos tu recuerdo me hizo feliz por unos momentos... Es tarde ya... creo que es mejor acostarme y mañana levantarme temprano y llevarte el desayuno antes de que despiertes.

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