Colgada de mi almohada trato de conseguir que mis piernas no se duerman y que mi mente pueda descansar.
Pero pego la mirada en el techo y toda clase de imágenes se dibujan ahí arriba.
Algunas parecen simples manchas de humedad, otras quieren hacerme creer que son sombras chinescas de tus ojos.
Prendo un cigarro más y el despertador comienza a decirme que es hora de levantarse.
Miro la hora y comienzo a preguntarme dónde y cómo se fue tan rápido la noche.
Es que me tomé cinco café y una copa de coñac con tu silla vacía, mientras le reprochaba a ella su larga soledad.
Qué día es hoy? Jueves.
Un jueves alegre porque anticipa la llegada del fin de semana; es como la primavera cuando va amagando un verano.
Voy a salir a la calle cantando bajito.
Quizás un tango o una canción de amor correspondido.
Quizá otro café me ayude a olvidar mi insomnio de anoche.
Pero el café siempre termina traicionándome y me lleva a autoanalizar mi cabeza.
Mi lápiz va quedándose sin punta y ya casi me olvidé sobre qué iba a escribir.
Voy a mirar un rato tu fotografía, así al menos recuerdo por qué no pude dormir.
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