miércoles, 13 de febrero de 2008

San Valetín


Siempre fui fantasiosa. Y sabía que ese día podía suceder algo distinto.
Llegaría a casa y el me esperaría con la mesa puesta y velas de color azul.
La cena a punto y deliciosa cocinada por el mismo.
La televisión apagada y una música suave.
El estaría vestido elegante y con ese perfume que le regalé.
El sabe sobre mis sueños de princesa y también sabe que quiero que venga a rescatarme de las manos de los malvados y huyamos juntos hacia una pradera verde llena de flores rosadas y amarillas.
Habría un vino dulce también, como su boca.
Al terminar la cena me tomaría la mano y me llevaría al balcón, donde habría preparado antes de que yo llegue a casa, una mesa hermosa con jazmines y un espumante con dos copas de cristal.
Me taparía los ojos con un pañuelo de seda negro y al sacármelo vería en el medio de la calle unos mariachis cantando para mi y un pasacalle luminoso donde se leería “Cásate conmigo”.
E inmediatamente el sacaría de su bolsillo una cajita dorada con dos anillos de oro blanco y nuestros nombres gravados en ellos.
Los mariachis tocarían una balada romántica y comenzaríamos a bailar mirándonos a los ojos, totalmente enamorados.
Y como el sabe tanto de mi, como final traería una copa helada en forma de corazón.
El me conoce tanto que ya sé que hoy puede suceder algo… Por eso antes de llegar a casa le mando un mensaje de texto para que se prepare.
Pongo la llave en la puerta y ya siento ese vértigo en la panza…
El sale de la habitación en calzones, me da una sonrisa y un beso. Miro el balcón y enseguida recuerdo que no tenemos balcón porque vivimos en un departamento interno. El perfume que llevaba puesto era el desodorante de esta mañana. Las únicas velas que había eran las del cajón de la cocina que usamos cuando se corta la luz. La cena estaba cruda esperando por mí. La música de fondo era la televisión. El único cartel luminoso que encontré fue la factura de luz que vence mañana.
Entonces su voz grave sonó y lo supe, si… definitivamente hoy pasaba algo.
“Hoy juega San Lorenzo, tengo hambre. ¿Qué te vas a cocinar de rico?”.
No pude contestarle… Solo lo miré y pensé que tal vez sería en otra oportunidad lo de los mariachis.
De todas formas lo sigo viendo más hermoso que nunca. Y debo recordar que yo lo elegí así.
Si no hubiesen inventado el día de los enamorados, hoy no hubiese fantaseado tanto.