Mas de una vez me han dicho
que haga terapia, que me haría bien.
Claro que como buena tozuda
que soy, jamás empecé.
Pero en días como hoy lo
pienso, cuando no encuentro el motivo de mi molesto mal humor mezclado con
angustia; y me encierro en mi propio
cuerpo, con mis piernas dobladas al pecho y mis brazos rodeándome.
Intento llorar. Eso
siempre funcionó para calmarme y seguir.
Pero esta vez no. O ya no tengo el tiempo que solía tener.
Definitivamente hay algo que
no me deja en paz.
No soy esa clase de mujer
que dice con el pecho inflado “Yo digo todo lo que pienso y siento”. No, la
verdad que no es así. En verdad no conozco a nadie que lo haga, nunca escuché a
ninguno diciendo “Che, chino de mierda, no apagues las heladeras a la noche, la
puta que te parió, chino”, pero todos nos quejamos de lo mismo.
Yo tampoco digo siempre lo
que me pasa, mas de una vez he mentido diciendo “Si, si, de verdad, está todo
bien”.
Y entonces no sé de qué me
quejo si no abro la boca en el momento que debo hacerlo, no?
A veces me pregunto si te
volvería elegir…
Hay días en que digo que si.
Hay días, como hoy, en los
que dudo.
Simplemente, hay momentos en
los que me siento cansada, defraudada, desilusionada, desganada, vencida y harta.
Y se que mañana me voy a
levantar mejor, y tal vez lea esto y me ría…
Hasta que vuelva a sentir lo
mismo que siento ahora y tenga ganas de irme lejos otra vez…