Cuando tenemos hijos pequeños, los cuidamos de todo, es nuestra responsabilidad elegir su comida, su lugar de juegos, su ropa, su pediatra, el salón para festejar sus cumpleaños, su corte de pelo y hasta sus juguetes.
A medida que van creciendo se van formando barreras, dónde ya no se nos permite pasar, claro que una se las ingenia para transgredir y seguir decidiendo sobre algunos temas. Pero las barreras cada vez son más y se vuelven inviolables.
Y ahí es cuando entendés la frase "los hijos son de la vida".
Que poco duró no?
Pensar que te parecía eterno el momento de la dormida cantándole todo un repertorio de canciones de cuna... Viste que no era tanto?
No había nada más hermoso que ver su carita cuando lo ibas a buscar al Cole y te sonreía porque vos eras lo mejor que le pasaba en el día.
Y tus tortas de cumpleaños eran las mejores, para ellos eras una pastelera profesional.
Todas las preguntas que te hacían tenían respuesta pronta y te miraban como si fueses Einstein.
Eras más inteligente, más fuerte y más poderosa que la mujer maravilla.
No había ninguna mamá mejor que vos, porque lo podías todo. Eras hermosa, joven, gigante, eras su lugar a salvo del mundo.
Hasta te fastidiaba un poco cuando estaban tan pegados a vos todo el día.
Ellos te tomaban de la mano para cruzar y desde abajo te miraban sintiendo que estaban cruzando la calle con la persona más importante del mundo, porque no solo ellos te veían así, ellos sentían que la gente te veía así también.
Ni hablar de ayudarlos con las tareas del Cole, te veían como una enciclopedia.
Te acordás lo que te costó que aprenda a andar en bici? Y te acordás lo que te dolió cuando por fin lo logró y ya no te necesitó?
Bueno...
Algo así es cuando crecen.
No sentís dolor porque crecen, lo que mas te duele es que ya no podés cuidarlos.
Y te pones feliz si te preguntan algo del Cole y automáticamente te sentís vacía de conocimiento cuando no podes responder una simple pregunta de tercer año. Pero te las ingenias y lo googleas... Y ellos, sin sentir culpa por lastimarte te contestan "para sacarlo de internet, dejá que lo hago yo ma".
Se van en bici al colegio, a la casa de un amigo y vos solo contas las avenidas que cruza y le pedís con vergüenza que te avise cuando llega.
La ropa que vos compras les da "Cringe".
Si le haces muchas preguntas te volves "Gede" y cuando te cuenta del examen te arroja un "el profe nos hizo preguntas random". Y vos te quedas pensando si Random fue una batalla de la segunda guerra mundial.
Y cuando querés entablar una charla y le contas algo de tu adolescencia, te responden "Dato".
Los vas a buscar al colegio y tenés que quedarte lo más lejos posible de la puerta y si podés hacer de cuenta que sos un remis, mejor.
Y si bañarlos te parecía una tarea imposible, tratá de sacarte una foto con ellos y si por fin lo logras, primero tienen que chequear y luego vas a necesitar un consentimiento informado por ellos para poder subirla a las redes.
La música que vos escuchas es "Turbia", sabías?
Duele, duele tanto sentir que son personas independientes.
Duele dejar de ser su persona favorita, su heroína.
Duele saber que descubrieron todas tus falencias y errores.
Duele que ahora disfruten más pasar tiempo con sus amigos que con vos.
Duele que le digan a otra persona "sos lo mejor que me pasó en la vida"...
Pero si todo eso duele, es porque sucede y si sucede es porque lo estamos haciendo bien.
Por eso, si estás viviendo ésta etapa de tus hijos, disfrutala, vivila, sentila... Porque al igual que la etapa de niñez, esta también se va a terminar.