lunes, 24 de febrero de 2025

Adolescencia

 Cuando tenemos hijos pequeños, los cuidamos de todo, es nuestra responsabilidad elegir su comida, su lugar de juegos, su ropa, su pediatra, el salón para festejar sus cumpleaños, su corte de pelo y hasta sus juguetes. 


A medida que van creciendo se van formando barreras, dónde ya no se nos permite pasar, claro que una se las ingenia para transgredir y seguir decidiendo sobre algunos temas. Pero las barreras cada vez son más y se vuelven inviolables.


Y ahí es cuando entendés la frase "los hijos son de la vida". 


Que poco duró no? 


Pensar que te parecía eterno el momento de la dormida cantándole todo un repertorio de canciones de cuna... Viste que no era tanto?


No había nada más hermoso que ver su carita cuando lo ibas a buscar al Cole y te sonreía porque vos eras lo mejor que le pasaba en el día. 


Y tus tortas de cumpleaños eran las mejores, para ellos eras una pastelera profesional. 


Todas las preguntas que te hacían tenían respuesta pronta y te miraban como si fueses Einstein.


Eras más inteligente, más fuerte y más poderosa que la mujer maravilla. 


No había ninguna mamá mejor que vos, porque lo podías todo. Eras hermosa, joven, gigante, eras su lugar a salvo del mundo. 


Hasta te fastidiaba un poco cuando estaban tan pegados a vos todo el día. 


Ellos te tomaban de la mano para cruzar y desde abajo te miraban sintiendo que estaban cruzando la calle con la persona más importante del mundo, porque no solo ellos te veían así, ellos sentían que la gente te veía así también. 


Ni hablar de ayudarlos con las tareas del Cole, te veían como una enciclopedia. 


Te acordás lo que te costó que aprenda a andar en bici? Y te acordás lo que te dolió cuando por fin lo logró y ya no te necesitó? 


Bueno...


Algo así es cuando crecen. 


No sentís dolor porque crecen, lo que mas  te duele es que  ya no podés cuidarlos. 


Y te pones feliz si te preguntan algo del Cole y automáticamente te sentís vacía de conocimiento cuando no podes responder una simple pregunta de tercer año. Pero te las ingenias y lo googleas... Y ellos, sin sentir culpa por lastimarte te contestan "para sacarlo de internet, dejá que lo hago yo ma".


Se van en bici al colegio, a la casa de un amigo y vos solo contas las avenidas que cruza y le pedís con vergüenza que te avise cuando llega. 


La ropa que vos compras les da "Cringe".


Si le haces muchas preguntas te volves "Gede" y cuando te cuenta del examen te arroja un "el profe nos hizo preguntas random". Y vos te quedas pensando  si Random fue una batalla de la segunda guerra mundial. 


Y cuando querés entablar una charla y le contas algo de tu adolescencia, te responden "Dato".


Los vas a buscar al colegio y tenés que quedarte lo más lejos posible de la puerta y si podés hacer de cuenta que sos un remis, mejor. 


Y si bañarlos te parecía una tarea imposible, tratá de sacarte una foto con ellos y si por fin lo logras, primero tienen que chequear y luego vas a necesitar un consentimiento informado por ellos para poder subirla a las redes. 


La música que vos escuchas es "Turbia", sabías?


Duele, duele tanto sentir que son personas independientes. 


Duele dejar de ser su persona favorita, su heroína. 


Duele saber que  descubrieron todas tus falencias y errores. 


Duele que ahora disfruten más pasar tiempo con sus amigos que con vos.


Duele que le digan a otra persona "sos lo mejor que me pasó en la vida"...


Pero si todo eso duele, es porque sucede y si sucede es porque lo estamos haciendo bien. 


Por eso, si estás viviendo ésta etapa de tus hijos, disfrutala, vivila, sentila... Porque al igual que la etapa de niñez, esta también se va a terminar.

jueves, 2 de mayo de 2024

El papá de Francisco

 

Había una silla, una mesa con un bonito mantel azul y un exhibidor bastante coqueto donde reposaban delicadamente mis libros.
La gente pasaba y pasaba y no dejaba de pasar nunca.
Claro, estaba en la feria del libro y por primera vez yo presentaba mi obra.
Entre los stands de Borges, Benedetti, Cortazar y tantos otros maestros de la literatura, estaba mi humilde puesto, esperando por alguien que se atreva a comprarme algún ejemplar.
Era el primer día de la feria y en mi cabeza no dejaba de sonar la voz de mis mas cercanos afectos diciendome “Vamos a estar todos acompañandote en el lanzamiento de tu libro”. Entonces pensé que seguramente les pasé mal la fecha, ya que en mi puestito estaban mis libros y yo. Al mismo tiempo recordé la frase eterna de mi madre diciendo “siempre escribiendo pavadas, siempre escribiendo”.
Sentada y mas dura que rulo de estatua, yo seguía ahí esperando, cuando alguien dijo “La Mirada De Chinasky” . Eran las manitos arrugadas de un viejito con bastón, que se sacó los lentes y alejó el libro de su vista para poder leer el título. Se sonrió y solo me dijo “elegiste muy bien”. La Mirada De Chinasky era el título de mi libro. Chinasky era el nombre de ficción que usaba un escritor para contar sus historias y que nadie sepa que se trataba de él mismo. No sé por qué elegí ese título que nada tenía que ver con mi primer libro de relatos cortos; supongo tal vez, que traté de usar la misma estrategia que Bukowsky.
Habían pasado ya tres horas en esa maldita feria hasta que un pequeño de cinco o seis años, se acercó para convertirse en el primer comprador de mi primer libro. Traía el dinero apretado en su mano chiquita y sin hablar me señaló el libro.
“Estas seguro que lo querés comprar?” le pregunté con un leve ataque de pánico.
“Si”. Dijo con un tono seguro y vi que en su otra mano sostenía un helado de chocolate que se derretía rápido y lograba manchar su camisa celeste.
Le pregunté si quería que se lo firme, dijo que si con la cabeza.
Le pregunté su nombre y dijo “Francisco, pero me mandó mi papá a comprarlo, así que pone para Juan”.
Al mismo momento que escuché el nombre del papá, levanté la mirada y, efectivamente, estaba Juan.
Juan había sido mi novio por cinco largos años. Y si había algo que Juan detestaba, eran mis eternos silencios cuando me sentaba a escribir. Dieciocho años teníamos y vivíamos el amor como si fuese el fin del mundo. Era esa edad donde uno piensa que puede morir de amor. Los dos creíamos que después de nosotros no podría existir un sentimiento mas grande. Hasta que un día todo terminó y me llevó dos años olvidarlo.
Pero ahí estaba Juan con su hijo, mirándome con los ojos húmedos y llenos de memoria. Solo dijo que estaba orgulloso de mí, mientras tocaba disimuladamente mi mano cuando le daba el libro.
“Para mi pasado mas inocente” le escribí.
Tomó de la mano a Francisco y se fueron juntos perdiéndose entre la gente.
Cuando se acercó, pude notar que seguía usando el mismo perfume. Cuando lo miré al irse, supe que separarnos fue lo mejor que nos pasó. De lo contrario yo no estaría aca sentada y el no estaría caminando de la mano con Francisco.

miércoles, 4 de octubre de 2023

Espejo

 

Me miré en el espejo y me vi. Reconocí los ojos que te buscaron una vez y recordé la locura con que te amé.

No había mejor momento del día que tu llegada, te abrazaba y eso solucionaba todo.

Soñé mi vida con vos, programé, proyecté, planifiqué. Sentía que no te merecía.

Muchos de mis anhelos, si, míos, porque nunca fueron nuestros, se cumplieron y hasta llegué a sentir culpa de ser tan feliz.

Podías llevarme con los ojos vendados hasta el fin del mundo, porque confiaba en tus pasos.

Tuviste el poder de mi amor, algo tan sagrado y tan noble como eso y no lo supiste valorar.

Tomaste mi corazón, lo rompiste contra el piso y ahora soy yo la culpable de esta lejanía; esta lejanía tan cercana que me deja sin palabras, sin poder decirte que aún tenes ese poder, porque tenes en tus manos la herramienta para cambiar el destino de los dos y te quedas inmóvil mirando como la vida pasa.

Éramos la envidia sana de los que nos querían y hoy se preguntan donde estamos.

Ganamos y perdimos tanto, lo tuvimos todo, fuimos hasta la cima y hasta el mas oscuro fondo. Sé que si no hubieses estado en los peores momentos, todo me hubiese costado el doble. Pero fuiste mi montaña rusa de emociones y siempre la traición duele mas.

Siento que no te debo nada, porque te lo quedaste todo, mi alegría, mi humor, mi fuerza… me fuiste apagando tanto que ya no me reconoces. Pero la que está acá, hablándote, es la misma que estaba dispuesta a todo, solo que hoy está cansada.

Duele que hayas cancelado mi corazón, pero mas duele saber que teniendo todo para cambiar la realidad de hoy, elegís tu manera egoísta de quedarte en el mismo lugar de siempre.

 

sábado, 25 de febrero de 2023

Besos en la Frente


Estás, siempre estás. Y de la manera mas egoísta me guardo tu imagen sin compartirla con nadie.

Fuimos uno. Fue tu mano fundida en la mía, fue el aroma que me dejaste en la piel. Si vieras la alegría que siento cada vez que te nombro, porque tu nombre me ilumina los días.

Nadie entiende por qué te recuerdo con tanta esperanza si me dejaste tan rápido, si te fuiste de golpe, sin avisar.

Tal vez sea porque tengo la certeza que mañana voy a verte y podremos abrazarnos como la ultima vez.

No me importa donde estes, solo quiero que sepas que sigo en mismo lugar, esperándote siempre. Que no te guardo rencor por dejarme, que no te culpo por ninguna de mis lágrimas, que el vacío enorme que tengo en el alma, lo lleno con el recuerdo de todos los besos que te dí.

Y si canto, es en tu honor. Y si bailo es para que me veas feliz. Y si lloro es porque a veces me siento tan vulnerable, pero saber que tuvimos una historia de amor única y real, me hace poner de pie y empezar a correr, y corro, rápido, veloz, sin pausa, creyendo que voy a alcanzarte.

miércoles, 20 de julio de 2022

Sin aviso

                                                                                 
 

Sin aviso previo y sin tocar la puerta, aparecen esos aromas que me llevan a recordar dolores hermosos, lágrimas felices y abandonos dulces.

Sin decir nada, vuelvo a sentir esa espera alegre y melancólica.

Dejar caer mi cintura en tus manos fue la experiencia kamikaze más extrema y vertiginosa a la que me enfrenté. Y me enfrenté fuerte y segura, conociendo el final siempre y sintiéndome totalmente desahuciada.

 Pero te seguía esperando siempre, aunque en cada regreso, volvías a irte.

Sin aviso previo y sin pedir permiso, volves a hundirte en mi perfume mostrando esa locura que me hacía pensar que esos minutos valían la pena.

Sin miedo a nada, vuelvo a ponerme linda por si te encuentro, enjuago mi boca de otros sabores y cierro los ojos por si pensas besarme.

Mi cuello se estira esperando tus labios y vuelvo a rezar para que no te vayas, aunque mi espalda se va acomodando al frío del vacío que vas a dejar en la cama, una vez más.

Me miro en el espejo repitiendo cien veces “no debo” mientras borro tu nombre escrito con rojo, el mismo rojo que te gustaba para mi boca.

Sin que nadie lo sepa vuelvo a tener el circo de sensaciones que me daba tu cercanía y tu mano acariciando mi pelo cuando me quedaba dormida en tu pecho.

Sin aviso previo y sin pedir permiso, volves a irte, como te fuiste siempre y tal vez esa era tu magia. Te ibas dejando jazmines para que todos sepan que estuviste.

Sin avisarte y en silencio, la que se va ahora soy yo, imaginando que vas a salir a buscarme apenas comience a llover.    

lunes, 7 de junio de 2021

YO

 

Es raro, pero a media mañana me encuentro sola en casa, no sucede siempre y ahora me doy cuenta cuanto necesito mi soledad.

Para pensar, para analizar, para registrar lo que está pasando. Para decidir. Para aceptar. Para negar.

No soy la misma de antes, tuve la capacidad de enfrentar el cambio sin sentir miedo, o sin tener tiempo para sentirlo.

Me siento enorme, se que ya no dependo de nadie para salir adelante, ya nadie me hace feliz, nadie me hace reír, nadie me mata de amor… Entendí que soy la única que puede generar todas esas sensaciones, y si uso a alguien de canal, mejor, sino me río igual, soy feliz igual y camino igual.

De haber entendido esto mucho antes, tal vez, hubiese sido todo distinto. Creo que


haber atravesado tantas pérdidas me ateflonó el corazón.

Siento que ya no voy a morir por amor, pienso que ya no me pondré nerviosa por verlo llegar, ni me pondré el vestido que lo volvía loco.

Suena muy ególatra pero siento que el premio soy yo y hay que luchar fuerte para merecerme.

No soy consuelo de nadie, ni de mi misma.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Elegir

Hoy recordaba cuando pasaba mi tiempo eligiéndote a vos.
Elegía tus pocas palabras y tus silencios.
Elegía tu quietud.
Elegía tus ganas de quedarte encerrado conmigo.
Recuerdo que agradecía al tiempo por haber vuelto a encontrarte.
Hoy recordaba cuando elegía minuciosamente mi ropa interior para motivarte aún más.
Elegía la cena que mas te guste y no había una sola noche que no elija dormir abrazándote.
Un día, no se cuando pasó, dejé de elegirte.
Deje de elegir tus manos como refugio. Mi cintura dejó de elegir tus brazos.
Tu silencio dejó de ser elegido en mis oídos y tu encierro dejó de importarme para elegirlo.
Un día pensé que te alertarías y agitarías el abismo que había entre los dos. Pero nunca elegiste sufrir por mí.
Seguiste adelante con todo, tal vez imaginaste que jamás me sentiría agotada.
Te amé tanto. Te seguí tanto. Era tan feliz con vos.
Tal vez nunca nada te costó un poco de esfuerzo.
Ni yo.